En estos meses de pandemia los dominicanos hemos tenido que enfrentarnos a distintas realidades como son el confinamiento, un hastiante año electoral y el paro de las actividades económicas. Esos factores han afectado a cada individuo según sus condiciones. Sumado a esto, el día 28 de abril nos enteramos de que un incendio se estaba produciendo en el vertedero Duquesa. El fuego se propagó por los cuatro costados, lo que dificulto su rápida extinción. Esta situación mantuvo a los capitalinos por más de un mes conviviendo con extensas neblinas de humo.
Los incendios en los vertederos del país son bastante comunes, así que al enterarnos que en Duquesa se había iniciado un fuego, en casa, no le dimos mayor importancia. Lo primero que uno supone es que hubo un desacuerdo entre buzos y administradores. Sabemos que cuando hay conflicto de intereses hacen este tipo de fechorías para culparse entre ellos.
La primera vez que sentí el humo fue en la madrugada del día 2 de mayo. Sabía que en duquesa había un fuego, pero no imaginé que el humo pudiera llegar hasta donde vivo. El primer pensamiento que tuve fue “¡Dios mío! a un vecino se le está quemando su casa”. Esa fue la primera de varias noches en que me desperté con la habitación inundada de humo, fue muy incomodo y desagradable. El humo entraba como si no hubieran ventanas.
Recuerdo que al día siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza y ojos.
Al medio día el humo reapareció. Era extraño, solo lo sentíamos sin poder determinar desde donde venia. Tuvimos que recoger la ropa que estaba colgada secándose al sol, para así evitar que se le pegara olor a humo.
El día 7 de mayo me enteré por las noticias que las llamas en el vertedero no habían sido sofocadas y que la humareda que llegaba a mi casa procedía de Duquesa. El humo alentado por el viento se estaba propagando por toda la ciudad. Me di cuenta que esta vez el incendio era realmente serio, pues, aunque los medios indican que desde el 2011 hasta la fecha se habían producido por lo menos 6 incendios en Duquesa, era la primera vez que yo lo sentía de esa forma.
Fueron días difíciles. Tener que estar trancados para que no entre el humo no era fácil. Sumado a eso el calor que estaba empezando a hacer en esos días. Mi familia y yo queríamos estar en la galería para refrescarnos, pero el humo nos impedía estar ahí. Yo salía e inmediatamente tenía que entrar, ya que los ojos se me irritaban al instante, incluso en días que el olor a humo no se sentía.
Las ventanas de mi habitación son de aluminio, por eso, aunque las manteníamos cerradas el ambiente se tornaba muy desagradable. Recuerdo haber visto a mi mama, no sé cuantas noches, rociar ambientador en las habitaciones para dispersar el olor a humo.
No hubo día que no me despertara con dolor de cabeza, ojos irritados y nariz congestionada. Tenía que acostarme en la sala, tomar tés, pastillas y evitar los lugares de la casa que fueran abiertos. En varias ocasiones pensé ir al hospital pero por temor a contraer el virus preferí atenderme en casa.
Creo que fuimos más afectados por vivir en un 2do piso y tener muchas ventanas. Pero si alguien hubo de haberla pasado terriblemente mal, es la gente que vive en los alrededores de ese botadero. Me preocupaba la manera en que estaban siendo afectados, sin tener muchas salidas frente a esa situación. No se le puede pedir a nadie que este tranquilo en su casa con un problema como ese. Además, la mayoría de los que residen en esa zona son familias que viven del buceo en la basura y la comercialización de lo que de allí se extrae. Lo que significa que los daños que sufra el vertedero se traducirían en pérdidas económicas para ellos.
El humo generado por el fuego de Duquesa afectó no solo a los villamelleros, su efecto se sintió en todo Santo Domingo. Cada día las redes sociales, especialmente Twitter que es el medio preferido de la gente para ir a quejarse, se llenaba de fotos compartidas por conductores, periódicos, etc., mostrando, como la ciudad amanecía cubierta por nubes de humo.
Las personas también aprovecharon para expresar su sentir sobre esta situación que en adición a la crisis sanitaria, representa un daño medioambiental.
Yo daba gracias a Dios porque mi hermana menor amanecía de servicio en el hospital y no en la casa. Ella es asmática y no me hubiese gustado ver que el humo le afectara. Pero fue tanto lo que el viento ayudó al humo en su expansión, que un día llegó mi hermana a casa y dijo que no había podido descansar por que el humo de duquesa se sentía allá en el hospital de villa consuelo. Cuando amanecía de servicio en la clínica ubicada en la avenida Independencia, allá también tenía que lidiar con el olor a humo.
Me sentí tan incómoda en esos días que pensé en escribir en alguna red social para expresar mi malestar pero no lo hice porque no le ví mucho caso. Así que aprovecho esta composición, para tratar este tema que no solo afectó a mi comunidad y mi familia sino a todo Santo Domingo.
A las autoridades les tomó un mes extinguir el fuego por completo, ese mismo tiempo estuvimos los capitalinos inhalando un aire altamente contaminado. Fueron días muy tediosos y creo que de no haber afectado al distrito nacional, posiblemente, los villamelleros, aun estaríamos lidiando con ese problema.
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